lunes, 22 de noviembre de 2010

La última vez.

Era domingo, ella estaba en casa tumbada en el sofa pensando que podria hacer esa tarde. De pronto sono el móvil, era un mensaje y era de él. Proponia quedar esa tarde para un encuentro más. Ella estaba confusa, no sabía que hacer; por un parte quería verle pero por otra tenía miedo de quedarse enganchada de él.
Finalmente accedió, quedaría con él. Pasaron las horas y el momento llegó, escuchó un pitido de un coche al lado de su casa y salió. Era él, había llegado a la hora acordada.

Subió al coche y emprendieron camino al lugar de siempre, su lugar, al que nunca jamás ella levará a nadie. Es sagrado. Dieron un paseo juntos, por aquel bosque, entre besos y abrazos y alguna que otra palabra bonita que alegraba cualquier corazón. Un beso llevaba a otro, las manos buscaban donde resguardarse del frío, finalmente las manos de aquel chico encontraron el sitio ideal. Las introdujo por debajo del jersey morado que ella llevaba, sus caricias eran como regalos del cielo, sabía perfectamente como y donde tocar.
Ella hizo lo mismo, deslizó sus manos por debajo de la sudadera azul que él llevaba puesta.
Cuando se dieron cuenta estaban al lado del coche...se metieron dentro y siguieron dando rienda suelta a sus pasiones.
Él la desabrocho el pantalón y empezo a juguetear, ella se estremecía de placer, no quería que eso acabara nunca. Poco a poco el pantalón bajaba a través de sus muslos hasta que finalmente terminó en el suelo, quedando al descubierto sus braguitas más sexys. Él no tardó en quitarse el pantalón, sus calzoncillos de dibujos no pasaban desapercibidos. Continuaron entre caricias y besos, desnudandose el uno al otro, hasta que no les quedo nada más que la ropa interior.
Con suaves mordiscos él la desabrochó el sujetador y la deslizó las braguitas por sus suaves piernas. Ella con mucha delicadeza le quitó el calzoncillo y empezo a tocarle su miembro que ya estaba lo suficientemente erecto como apra empezar el verdadero juego, pero ella quería hacerle sufrir un poco más ya que él estaba deseando penetrarla para poder sentirla realmente suya.
Pasaron diez minutos más jugando entre ellos y el momento clave llegó. Él la tumbo delicadamente en el asiento de atrás y se colocó encima de ella, empezó a moverse como sabía que a ella la gustaba, primero poco a poco hasta que entrara todo y después con más fuerza y ritmo. Pasaban los minutos, ella gemía de placer, se movía al mismo ritmo que él.
Cambiaron de postura, ella ahora estaba encima, él se encontraba sentado en el asiento trasero y le encantaba. Ella movía sus caderas al ritmo perfecto, él la besaba el cuello, el pecho...la agarraba con fuerza del culo, estaba sintiendo como pronto se correría...llegaba el momento.
Ella lo notó y en el momento justo se quitó de donde estaba y él llego a la meta.
Se besaron, se limpiaron, se vistieron y esa fue la última vez que estuvieron juntos, fue una despedida intensa, muy intensa, que ella jamás olvidará y espera que él tampoco.

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